El que la sigue, la consigue sentencia el refranero y eso es lo que ha hecho el Athletic. Ha perseguido la Copa sin descanso hasta alcanzarla. Seis finales perdidas después y varias semifinales a las espaldas han desembocado en el vigésimo quinto título de la competición del KO que le acredita como el ‘rey de copas’, a pesar de que el FC Barcelona sigue acumulando más entorchados.
El título refuerza un modelo único en el mundo, como bien ha destacado el club en su lema de Copa. La filosofía del Athletic, aunque moleste, sigue más viva que nunca. En un fútbol globalizado, el conjunto rojiblanco demuestra que con los de casa también se puede competir a alto nivel y lograr trofeos. Un éxito que llevará a los leones a pasear su escudo por Europa seis años después. Otro escaparate para seguir vendiendo la marca Athletic.
Felicidad
Con el penalti de Berenguer se decretó el estado de felicidad en Bizkaia. Cayó una losa muy pesada que puede servir como punto de inflexión para creer que se puede seguir cosechando triunfos. Me alegré por Ernesto Valverde, por los jugadores y sobre todo por la afición. Una nueva derrota hubiera provocado tal depresión que ni el mejor psicoanalista nos hubiera sacado de ese agujero negro. Eran muchas decepciones consecutivas que había que cortar de raíz.
Este éxito alimentará a esas generaciones que no sabían lo que era ver ganar a los suyos y servirá para que lo más ‘txikis’ mantengan encendida la llama rojiblanca. Fue precioso ver como muchos aitas y amatxus que estuvieron en la final del 84 de la mano de sus padres o aitites, cedieron su entrada o acompañaron a los suyos para seguir transmitiendo los valores zurigorri. Ver a 80, 90 o 100.000 personas en Sevilla en una nueva final con la misma ilusión de siempre confirma que esta afición es especial.
Ahora nos queda ver como La Gabarra remonta la ría para cerrar la celebración y renovar la foto del 84. ¡Aurten bai!