Alegrase por la desgracia ajena

La peor idea para sanar la inseguridad o sentimiento de inferioridad

Podcast Ciencia y salud

Alegrarse por la desgracia ajena: el mayor fracaso propio

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Alegrarse por el daño o infortunio ajeno no es exclusivo de un país concreto, sino que florece en todos, tal vez porque su patria, o mejor, el lugar donde parasita y prospera, es la zona más oscura del corazón del hombre. No conoce, pues, fronteras ni límites.

Este sentimiento no cuenta, por lo general, con la aprobación social: «Gozarse en el mal ajeno, no es de hombre bueno». Pero esta reprobación se ciñe a su expresión directa y no al sentimiento interior ni a las manifestaciones indirectas.

Pero el alegrarse por la desgracia ajena no es solo un sentimiento individual; con frecuencia ocurre hacia un grupo y entre grupos. Los momentos de pugna y agitación política engordan este sentimiento. Aumenta el riesgo de activación y escalación del conflicto, hasta llegar al odio y crear por contagio un clima de enfrentamiento social, pues no se queda en un mero sentimiento, sino que fácilmente produce algún tipo de acción y fomenta la hostilidad entre grupos; empezando por herir o matar la deseable y necesaria cooperación de todos para el bien de la comunidad.

No es buen camino desear, y menos propiciar, el fracaso del adversario para experimentar esa alegría maligna o hueca satisfacción, con la que se intenta inadecuada e inútilmente sanar sentimientos de inseguridad y de inferioridad de uno mismo o del grupo, tal vez inadvertidos. Porque alegrarse con el fracaso del otro es el mayor fracaso propio.


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Un comentario en “Alegrarse por la desgracia ajena: el mayor fracaso propio

  1. – ¡Tantas veces de joven y aun de mayor con ánimo exaltado en la frustración y el infortunio sobrevenidos no se deslinda el tu-yo sino se busca la rápida gratificación de la apariencia y el saco de las desgracias ajenas : «el comepecados»!

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