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Hablamos con Daniel Ramón Blasco, partner de Era Group

El coste de la vida no se parece en nada a hace cinco años y afecta a familias y empresas

Podcast Economía

Comparar, congelar y recortar intermediarios: las estrategias para sobrevivir a la subida de precios

La inflación se ha cebado en la cesta de la compra / HernanHyper/ DepositPhotos
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En el último año, el coste de la vida ha seguido escalando en Euskadi y en el conjunto del Estado. La inflación ha encarecido productos básicos como los huevos, el café, el chocolate, la carne o la electricidad y ha hecho mella en el bolsillo de las familias y en las cuentas de las empresas. Sobre este escenario ha reflexionado Daniel Ramón Blasco, partner de Era Group, consultora especializada en optimización de costes y gestión de proveedores.

La inflación, «el impuesto de los pobres»

Muchos economistas definen la inflación como «el impuesto de los pobres» y Blasco ha asegurado que la realidad ha confirmado esa idea en los últimos años. La gran inyección de dinero tras la pandemia, con una fuerte impresión monetaria de los bancos centrales, ha provocado una inflación generalizada en Estados Unidos y en toda la Unión Europea.

Según ha explicado, las rentas más altas disponen de instrumentos para protegerse mejor, como inversiones en activos que suben con la inflación o en renta variable. Sin embargo, en Euskadi y en el Estado «ricos, ricos hay pocos» y la mayoría de las familias destinan un porcentaje muy elevado de sus ingresos a vivienda y alimentación, por lo que el impacto del encarecimiento de los precios resulta mucho mayor.

Factores energéticos, salarios y demanda interna

Blasco ha señalado que, aunque el comportamiento de la inflación en el Estado está conectado al de la Unión Europea, en los últimos meses se han visto diferencias. Entre las causas ha citado el crecimiento demográfico reciente, la llamada «isla energética» ibérica y el comportamiento de la generación eléctrica en otoño, cuando hay menos sol y los embalses no están a tope, lo que obliga a tirar más de gas y encarece la factura.

También ha apuntado a la evolución al alza de los salarios y a la fuerte demanda interna, con mucho consumo doméstico. «No hay una sola razón», ha resumido, sino una combinación de factores energéticos, estructurales y de demanda que ha mantenido la inflación en niveles elevados en los últimos años.

Empresas ante la subida de costes

La inflación no solo golpea a las familias: las empresas que producen bienes de consumo también han visto crecer sus costes de transporte, energía y materias primas. Blasco ha explicado que, en momentos de crisis o de cambios generalizados de precios, los departamentos de compras y ventas se tienen que «ganar todavía más el puesto».

En su opinión, las compañías deben ser hábiles para conseguir más por menos, apretando el mercado en las compras y en las ventas. Para ello resulta clave optimizar los procesos internos, «arañando euros» allí donde sea posible, y apoyarse en expertos externos que aporten conocimiento específico y experiencia de mercado para lograr ahorros inesperados en gastos recurrentes.

Índices de precios y estrategias B2B y B2C

A la hora de fijar precios, Blasco ha diferenciado entre relaciones B2B (entre empresas) y B2C (empresa–persona consumidora). En el ámbito empresarial, ha defendido la importancia de ligar los acuerdos a índices de precios flexibles, de forma que el valor añadido de la empresa se mantenga lo más estable posible pese a los vaivenes del mercado.

En el caso del consumo directo, ha reconocido que es más complicado sortear las subidas porque las personas consumidoras están muy influidas por el precio. Por eso considera aconsejable que las empresas sean prudentes y conservadoras con las subidas y bajadas, para transmitir una imagen de fiabilidad, y que, cuando toque subir, se haga en momentos asumibles, como los inicios de año, cuando la sociedad está más acostumbrada a los cambios de tarifa.

Otra vía que ha planteado es crear diferentes líneas de producto —más baratas, medias y premium— para llegar a todos los segmentos de clientela. En cualquier caso, ha insistido en que los equipos de marketing y producto deben ser «sensibles, flexibles y creativos» ante la variación de precios y no olvidar que la competencia está muy atenta a cada movimiento.

El drama del huevo y la tortilla de patata en Bilbao

El impacto de la inflación se ha notado especialmente en el sector de la alimentación y, en Bilbao, tiene un ejemplo muy gráfico: el precio del huevo. Los bares especializados en tortilla de patata han visto cómo sus mayoristas les han incrementado mucho el precio de este producto básico y se enfrentan a una decisión complicada.

Según ha trasladado el sector hostelero, muchos locales no están dispuestos a bajar la calidad de la tortilla porque el bilbaino de a pie no aceptaría un producto peor. Ese compromiso con la calidad les obliga a asumir subidas de precios en barra, con el riesgo de que la clientela perciba esa subida como un nuevo golpe a su bolsillo. El caso del huevo se ha convertido así en un símbolo del encarecimiento de la alimentación.

Ningún sector se libra de la subida generalizada

Aunque la alimentación y la vivienda concentran la mayor atención mediática y social, Blasco ha subrayado que la subida de precios se ha generalizado a prácticamente todos los sectores en los últimos cinco años. Más allá de casos concretos que han alcanzado gran repercusión, como el precio de los huevos o del chocolate, el entorno inflacionista se ha extendido a toda la economía.

Las empresas de muy distintos ámbitos han tenido que revisar sus estructuras de costes, negociar con proveedores y adaptar sus estrategias comerciales. La inflación persistente ha obligado a muchas compañías a repensar su modelo de negocio, potenciando eficiencias internas y explorando nuevas vías de ahorro para no trasladar todos los incrementos al precio final.

El caso Suchard: más caro, menos cantidad

Uno de los ejemplos que más debate ha generado ha sido el del turrón de chocolate de Suchard, cuyo precio ha subido un 88% en cinco años mientras su peso se ha reducido en un 12%. A eso se suma la percepción de varias personas consumidoras, que han señalado una bajada en la calidad del producto, hasta el punto de describirlo como «más cercano a una marca blanca«.

Blasco ha evitado valorar si la estrategia de la marca ha sido un acierto o un error y ha insistido en que, al final, «habla el mercado». Si, en dos campañas navideñas, bajan ventas, márgenes o ganancias, se podrá concluir que la decisión ha sido equivocada; si mejoran, la empresa considerará que ha acertado en su apuesta.

El especialista ha recordado que Suchard forma parte de un grupo empresarial más amplio, por lo que las compañías suelen analizar la estrategia global de su cartera de productos, y no solo el comportamiento de una referencia concreta. En cualquier caso, ha explicado que el cacao ha pasado de unos 2.000 euros la tonelada a alrededor de 9.000 en los momentos más tensos del mercado, lo que ha disparado los costes de materias primas.

Materias primas y precios psicológicos

Con ese contexto, Blasco ha detallado que el precio final del turrón incorpora diversos componentes: ingredientes y materia prima, procesos de fabricación, costes internos, transporte y márgenes del supermercado. Si todas esas partidas suben alrededor de un 20% y el cacao —que puede representar hasta el 70% del coste— se dispara, el precio se acerca a los 4,3–4,5 euros por tableta.

A partir de ahí entran en juego los precios psicológicos, como el conocido 4,99 euros, que muchas cadenas utilizan para que la percepción siga siendo de «4 euros». Blasco ha señalado que esa práctica responde a decisiones comerciales que buscan hacer más asumible para el cliente un producto cuyo coste real ya se ha disparado por la vía de las materias primas.

Trucos para ahorrar en la cesta de la compra

Más allá de lo que hagan las empresas, las familias también buscan estrategias para gastar menos en el supermercado. Blasco ha recordado algunos consejos básicos que siguen vigentes: comparar entre establecimientos, aprovechar ofertas, comprar productos sin elaborar en lugar de preparados y organizarse para congelar aquello que se puede adquirir con buen precio y antelación, especialmente antes de campañas como la Navidad.

Otra recomendación es reducir intermediarios siempre que sea posible, recurriendo a cooperativas, mercadillos o venta directa de ganaderos y agricultores. Según ha relatado, hay familias que compran grandes cantidades directamente en lonjas o a pescadores para consumir durante todo el año, una fórmula que permite acceder a precios de mayorista a cambio de organizar bien el almacenamiento.

En definitiva, en un contexto en el que la inflación ha superado el 3% interanual en octubre y encadena cinco meses de subidas consecutivas, empresas y personas consumidoras siguen buscando fórmulas para defender su bolsillo frente al incremento del coste de la vida.

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