Parece que hasta ahora el concepto «desarrollo sostenible» venía a aglutinar todo lo que en occidente más podemos valorar y nos preocupa: casar en un concepto la idea de un desarrollo tecnológico y económico sin fin y unirlo a una sostenibilidad que no nos de problemas derivados de la crisis climática. Gracias a conceptos así, hemos crecido pensando que el crecimiento económico de los países era perfectamente compatible con no acabar con los recursos de nuestro planeta y por eso sorprendió tanto cuando hasta la Reina Letizia, hace ahora un año, aseguró públicamente que la única manera de sostenibilidad tenía que pasar por el decrecimiento de nuestro consumo y de nuestra energía. Es más, la idea de desarrollo sostenible está siendo rebatida ya abiertamiente por quienes simplemente resumen que «en un mundo de recursos finitos, no puede haber un crecimiento infinito». Tan es asi, que los científicos ya hablan de otro concepto, el «tecnooptimismo», para precisamente hacer alusión a esa idea fantasiosa de que la tecnología «algo inventara» para sacarnos del brete climático, como si la innovación tecnológica pudiera inventar algo tan poderoso como para poder permitirnos seguir consumiendo recursos y energía al ritmo al que lo hacemos.
En esta contexto, hoy nos hemos puesto en contacto con Zora Kovacic, investigadora Ramón y Cajal de los Estudios de Economía y Empresa y del Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC, y primera autora de un artículo de investigación que apunta a que la UE está utilizando esta transición dual o gemela para obtener «una ventaja competitiva en el mercado digital poniendo la gobernanza medioambiental al servicio de un aspecto muy limitado de la sostenibilidad: la sostenibilidad del nuevo sector digital«.
Pacto Verde de Europa
Como explican desde la universidad, «el Pacto Verde Europeo es un conjunto de iniciativas políticas destinadas a garantizar que la UE alcance la neutralidad climática en 2050. Ante este reto, los objetivos paralelos de las transiciones ecológica y digital ocupan el centro de las prioridades de la Comisión Europea, pero ¿son compatibles entre sí? Un nuevo estudio de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) advierte del riesgo que entraña agrupar ambas transformaciones, ya que los retos medioambientales pueden verse relegados a un segundo plano con respecto a la innovación digital.
“Más allá del lavado verde de imagen, el discurso de la doble transición se basa en la simple creencia de que todo el mundo sale ganando, tomando como base un imaginario digital que no logra aportar las soluciones promesas”
El descuido de los retos medioambientales más acuciantes
La investigación, basada en un análisis exhaustivo de documentos políticos de alto nivel de la UE, muestra cómo la unión de las transiciones ecológica y digital «convierte los problemas medioambientales en oportunidades de negocio susceptibles de ser explotadas por las tecnologías digitales (como la IA, los macrodatos y el blockchain), creando así nuevos mercados», al tiempo que pone la gobernanza medioambiental al servicio del sector digital, con lo cual lo aleja «de las cuestiones medioambientales y promueve la sostenibilidad del nuevo sector digital», señalan los autores en el artículo.
Como explica Kovacic, se trata de un claro caso de lamp posting, es decir, de centrarse más en los problemas que pueden resolverse que en los que requieren soluciones urgentes. «Importantes retos medioambientales como la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo, los cambios en los ciclos geoquímicos y el agotamiento y contaminación del agua, por nombrar solo algunos, se están dejando de lado como consecuencia de la transición dual porque no son retos digitales. En cambio, se está dando prioridad a problemas que se pueden resolver con tecnologías digitales», afirma la investigadora.
Una coalición inverosímil
En vista de ello, los investigadores consideran que las promesas de soluciones que sean a la vez ecológicas y digitales forman una «coalición inverosímil«, ya que se basan en lógicas distintas. «La transición ecológica está impulsada por una lógica de límites según la cual hay ciertas cosas que ‘no se pueden hacer’. Por ejemplo, no podemos contaminar hasta el punto de alterar los ecosistemas. La transición digital, en cambio, está impulsada por una lógica de posibilidades ilimitadas donde cualquier problema puede ser resuelto si la inventiva humana lo permite. Es poco probable que estas dos lógicas (la del ‘no se puede hacer’ y la del ‘se puede hacer’) funcionen simultáneamente. Incluso pueden llegar a ser contradictorias», sostiene Kovacic.
De hecho, el artículo de la investigación dirigida por la UOC muestra cómo la propia Comisión Europea admite la tensión existente entre ambas transiciones en documentos como el Informe de Prospectiva Estratégica 2022 o la advertencia del Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés), una dirección general de la Comisión Europea encargada de ofrecer asesoramiento científico y técnico, que señala que las transiciones digital y verde «pueden reforzarse mutuamente, pero también pueden chocar».
Según el equipo de investigación, la doble transición es, por tanto, un recurso discursivo utilizado por la Comisión Europea para crear sinergias y consenso en torno a cuestiones políticas difíciles de gobernar y a menudo controvertidas. «Como resultado, las políticas ya no se construyen basándose en pruebas, sino en el deseo de aportar soluciones», afirma Zora Kovacic.
Una forma de financiar proyectos locales
El estudio también analiza los planes nacionales de recuperación y resiliencia financiados por el plan NextGenerationEU. Los resultados muestran que la financiación de la UE se centra en planes previamente establecidos por los estados miembros. «Los países parecen utilizar estratégicamente la doble etiqueta de transición […] como medio para financiar proyectos locales específicos, ya sea juntando las medidas ecológicas con las necesidades locales (por ejemplo, la eficiencia energética unida a la reconstrucción tras un terremoto) o presentando los proyectos locales como parte de la transición ecológica (por ejemplo, la ampliación de líneas de metro y tren)», afirman los autores.
A pesar de esta estrategia de financiación, los investigadores consideran que, más allá de ser un caso de «lavado verde de imagen», «el discurso de la doble transición se basa en la simple creencia de que todo el mundo sale ganando, tomando como base un imaginario digital que no consigue aportar las soluciones prometidas», señalan.
Una vía alternativa más participativa e integradora
El equipo de investigación propone una vía de políticas alternativas para abordar esta cuestión: «evitar las soluciones tecnocráticas, que inevitablemente implican concesiones, y centrarse más en las resoluciones democráticas como medio de abordar esas concesiones de forma participativa e integradora«. Los autores citan como ejemplo acciones como el reconocimiento del Mar Menor como persona jurídica. «Fue una iniciativa de abajo arriba, impulsada por activistas y académicos, y es un gran ejemplo de cómo un proceso participativo conduce a un concepto muy amplio de las políticas inclusivas: la inclusión de la propia naturaleza (en este caso, la laguna del Mar Menor) en la lucha por la conservación del medio ambiente», señala la investigadora.
En este trabajo científico, que ha sido publicado en la revista Environment and Planning E: Nature and Space, Zora Kovacic ha contado con la colaboración de las investigadoras de TURBA Lab Cristina García Casañas, Lucía Argüelles y Paloma Yáñez Serrano; los profesores Ramon Ribera y Hug March; y Louisa Prause, de la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica).
Primera fase del proyecto DEMO
Este es el primer trabajo publicado en el marco de DEMO, un proyecto financiado por el Ministerio español de Ciencia e Innovación dedicado al estudio del «giro digital» en la gobernanza medioambiental, donde los retos medioambientales se plantean como desafíos técnicos y se ignoran los aspectos no tecnológicos de dichos retos. Las próximas fases de la investigación incluirán además un análisis de «cómo se están acoplando las cuestiones ecológicas y digitales, y las consecuencias de ello, a través de cuatro estudios de caso sobre los sectores energético y agroalimentario en España», señala la investigadora.»
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