No salgo de mi asombro con el episodio racista vivido en el RCDE Stadium. Es lamentable que una persona, cuatro o cuarenta, llamaran «puto moro» a Maroan Sannadi, tal y como denunció Iñaki Williams al terminar el partido. Es triste seguir registrando casos xenófobos en los estadios de fútbol y más en Cornellá – El Prat, donde el ‘9’ rojiblanco ya vivió una situación similar que aún está en los juzgados, pero eso no fue lo peor.
A mi juicio lo más preocupante llegó después porque entiendo que un grupito tan reducido que insulta no representa a ninguna afición porque apenas puede representarse a sí mismo. Lo grave vino cuando Iñaki Williams, ejerciendo de capitán, y como ser humano añadiría en este caso, denunció ante Cuadra Fernández esos insultos hacia su compañero. El colegiado madrileño activó el protocolo contra el racismo y a partir de ese momento comenzaron a pitar, una buena parte de la afición perica, al mayor de los Williams cuando tocaba el balón por haberse ‘chivado’ al colegiado.
En lugar de pitar, señalar y reprender a quienes profieren insultos, especialmente racistas, la toman contra quien defiende a un compañero y a una raza. De locos. Todos los equipos tienen instalados en sus gradas a 4 tontos, fascistas o racistas y hay que trabajar para echarles, algo difícil de lograr si cuentan con el amparo del resto de la masa social. Debería hacérselo mirar la afición espanyolista porque esos pitidos denotan una carga racista asquerosa.
Oportunidad perdida
Hay que poner en valor las quince jornadas ligueras que suma el Athletic sin perder, pero eso no es óbice para subrayar la gran oportunidad perdida que se le escapó al equipo de Valverde en Cornellá. cuando se ponen tan a favor todos los resultados de la jornada, normalmente suele llegar el pinchazo. Un punto no parece malo cuando vas por detrás en el marcador, sin embargo, una victoria te hubiera otorgado un colchón de dos partidos de distancia con el Villarreal y te habría dejado a 4 puntos del líder de la liga para quien sueñe con el título doméstico.
El Espanyol arrancó el partido en descenso y se notó en cada acción. Un equipo muy físico que rascaba en todas las acciones y que supo neutralizar a un Athletic romo en ataque. Sancet no apareció todo lo que le necesitaba el equipo y las bandas no fueron puñales como en otras ocasiones. Sannadi, en su primera titularidad, fue el más destacado peleando contra los centrales y sacando faltas. Al equipo le faltó claridad y pie en campo rival para buscar un último pase y hacer daño de verdad a un rival justito de calidad que lo va a pasar muy mal para salvar la categoría.
Cara y cruz
Oihan Sancet y Unai Simón fueron la cara y la cruz del partido. El de Mendillorri firmó su quinto bacalao en tres partidos. Acumula 13 esta campaña, 12 de ellos en liga lo que le convierten en el actual Trofeo Zarra y por supuesto, ‘Pitxitxi’ destacado del equipo. Futbolista clave sobre el que pivota el juego del equipo especialmente cuando está con las pilas puestas.
La cruz fue para el guardameta de Murgia que cometió un error grosero al regalar el gol del rival. Hemos comentado muchas veces, en la Emoción del Bacalao, que apura demasiado con el balón en los pies cuando le presiona un rival, pero es justo reconocer que le suele salir bien. Por desgracia no fue el caso. No sé si se confió en exceso o un despiste tonto, pero el caso es que dejó al equipo tocado. Afortunadamente Sancet rescató un punto para aliviar esa pesada carga mental a Simón.
Otro nombre propio a destacar es sin duda el de Óscar de Marcos que disputó su partido 560 con la camiseta rojiblanco igualando a Iker Muniain. Si quiere aspirar a los 614 de Iribar debe renovar un año más y jugar mucho para adelantarle en esa clasificación histórica. Ojalá sea un aliciente y podamos contar con el ‘gudari’… en la Champions.
