


Más de 200.000 fieles, según el Vaticano, junto a más de 50 jefes de Estado y más de 150 delegaciones internacionales de todo el mundo han asistido este sábado 26 de abril al funeral del Papa Francisco, en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Según las autoridades, la plaza fue cerrada tras alcanzar el límite de capacidad de 50.000 participantes, y los fieles restantes se quedaron en Via Concilazione y calles aledañas, donde se pudo seguir la ceremonia en pantallas gigantes. El tráfico en la capital romana estaba prácticamente paralizado y los autobuses tampoco circulaban para aliviar la congestión en el centro de la ciudad, según informa el portal oficial del Vaticano ‘Vatican News’.
En la ceremonia, que ha dado comienzo a las 10:00 horas, han participado más de 150 delegaciones oficiales, entre ellas numerosos jefes de Estado y de gobierno, una decena de monarcas así como representantes de religiones del mundo.
Campanas de la Basílica de San Pedro del Vaticano
Las campanas de la basílica de San Pedro del Vaticano han repicado a muerto instantes antes del inicio del funeral, sobre las 10:00 horas, cuando un cortejo fúnebre ha trasladado, a pie, el ataúd de Francisco que estaba en el interior de la Basílica –donde ha permanecido durante tres días y ha sido despedido por cerca de 250.000 personas– hacia la plaza de San Pedro, donde se ha celebrado la santa misa exequial.
980 concelebrantes y más de 4.000 sacerdotes
Tras el ataúd caminaban diáconos y cardenales, todos ellos vestidos de rojo, el color del luto papal. Había 980 concelebrantes, entre cardenales, obispos y sacerdotes, además de 200 ministros de la Comunión y más de 4.000 sacerdotes en el lado derecho del atrio, donde se encuentra la estatua de San Pedro. Se han preparado 225 copones para los fieles, mientras que para los sacerdotes se han preparado 80 cálices y el mismo número de copones. Frente al altar, a la derecha, se situaba el icono de la Salus Populi Romani.
Una vez depositado el féretro en el atrio –sobre el que se ha colocado un Evangelio abierto–, han sonado cánticos gregorianos, entonados por el Cantore della Cappella Sistina, el coro personal del Papa. Estos cánticos han precedido a la primera lectura, sobre las 10:20 horas, realizada en inglés, de la carta del apóstol de San Pablo. Posteriormente, han vuelto a sonar cánticos gregorianos en latín y se ha producido otra lectura, esta vez en español, la lengua materna del Papa Francisco.
Cardenal Giovanni Battista Re
El cardenal decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, ha pronunciado la homilía, en la que ha recordado a Francisco como «un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto a todos»; ha destacado que alzó la voz contra las guerras y a favor de los migrantes y de las personas marginadas, que promovió una Iglesia con «las puertas siempre abiertas» y le ha pedido que «bendiga al mundo entero».
«Conservó su temperamento y su forma de liderazgo pastoral y enseguida dio la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y las poblaciones, deseoso de estar cerca de todos, con una marcada atención a las personas en dificultad, gastándose sin medida, especialmente por los últimos de la tierra, los marginados. Ha sido un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto a todos», ha destacado con ímpetu Re, de 91 años.
Llamamiento a la paz delante de Trump y Zelenski
Además, ha destacado ante los presidentes de Ucrania y EE.UU, Volodimir Zelenski y Donald Trump, que, «frente al estallido de tantas guerras, con horrores inhumanos e innumerables muertes y destrucciones», el Papa Francisco «ha alzado incesantemente su voz implorando la paz» y «llamando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar posibles soluciones». En este momento, los asistentes al funeral han interrumpido la homilía unos segundos con aplausos.
También ha señalado que «a pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal» y ha puesto en valor sus «innumerables gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados», sin olvidar su «constante insistencia en actuar a favor de los pobres».
Valedictio
Posteriormente, ha tenido lugar la Valedictio, la despedida, o último saludo antes del entierro, con la Súplica de la Iglesia de Roma seguida de la oración pronunciada por el cardenal Baldassare Reina, vicario general de la diócesis de Roma, y, en griego, la Súplica de las Iglesias Orientales, y la posterior oración del Patriarca de Antioquía de los greco-melquitas Youssef Absi.
Al final, el cardenal Re ha rociado con agua bendita e incienso el ataúd, que después ha sido trasladado a la Basílica de San Pedro y desde allí, con una procesión fúnebre, a la Basílica de Santa María la Mayor para el entierro.