


La nueva normativa de la OTA en Bilbao ha generado gran polémica en los últimos meses, y uno de los colectivos más afectados ha sido el de las personas con discapacidad. Mertxe Fernández Trigo, una mujer ciega con una discapacidad superior al 90%, denuncia las barreras de la nueva normativa OTA para personas con discapacidad.
Complicaciones añadidas para las personas con discapacidad
Hasta la implementación de la nueva normativa, las personas con movilidad reducida disponían de plazas reservadas y el derecho a aparcar en ellas con la tarjeta de estacionamiento para personas con discapacidad, conocida como tarjeta azul. Esta tarjeta es nominal, es decir, está vinculada a la persona que la posee, y puede ser utilizada por cualquier conductor que transporte a la persona discapacitada. Sin embargo, la nueva normativa ha transformado las condiciones.
En el caso de Mertxe, que no tiene coche propio y depende de otras personas para su desplazamiento, la normativa actual obliga a registrar un vehículo determinado para poder utilizar las plazas reservadas. Esto ha creado un obstáculo, ya que no tiene un vehículo fijo, lo que le impide acceder a estas plazas de estacionamiento con facilidad.
Una app que no se adapta a todas las necesidades
Otro de los puntos críticos de la nueva normativa es la obligatoriedad de utilizar una app en el teléfono móvil para gestionar el estacionamiento. Mertxe, como persona ciega, se enfrenta a dificultades adicionales, ya que no puede utilizar la app de forma autónoma. La norma obliga a poner un ticket en el coche cada dos horas, pero este proceso resulta prácticamente inalcanzable para una persona con discapacidad visual. Porque requiere de la app para gestionar el pago y la actualización del ticket.
El desafío es aún mayor cuando se considera que los vigilantes de la OTA ahora utilizan tecnología para leer matrículas, pero no pueden detectar las tarjetas de discapacidad. Esta falta de consideración hacia las necesidades específicas de las personas con movilidad reducida ha generado una sensación de exclusión y frustración en colectivos como el de Mertxe.
Exigencia de soluciones inclusivas
Nuestra entrevistada asegura que las personas con discapacidad ya se enfrentan a múltiples dificultades en su vida diaria, y la administración pública debería facilitarles el acceso y no complicarlo aún más. «La vida es complicada para una persona con minusvalía. Lo que necesitamos son facilidades, no complicaciones». Y añade que, a pesar de haber presentado quejas al Ayuntamiento, la respuesta no ha sido efectiva ni satisfactoria: «La normativa no ha sido adaptada para garantizar la accesibilidad real a las personas con movilidad reducida, y las soluciones propuestas por la administración no abordan de manera adecuada sus necesidades».
El impacto en la vida cotidiana
La situación es aún más difícil para personas como Mertxe, que no tienen una persona fija que les transporte. O para aquellos que dependen de taxis o de la ayuda de conocidos: «Es muy complicado que, a veces, en medio de una cita médica o de una actividad cotidiana, se tenga que volver a gestionar un ticket cada dos horas. La vida no se ajusta a esos límites». Y también ha apuntado que «no es solo la tecnología la que debe adaptarse, sino que las políticas públicas deben ser inclusivas y considerar las realidades de todos los ciudadanos. Las administraciones deben dar ejemplo y facilitar la vida a las personas con discapacidad. No se trata de hacer las cosas más difíciles«.