Ignacio Fernández, Rector del Seminario Diocesano de Bilbao, anunciaba que cuatro seminaristas iban a ser ordenados diáconos -paso previo de su ordenación presbiteral- durante los meses de enero y febrero de 2024. El primero de ellos, Marco Antonio Muñoz Castro, el sábado 27 de enero, a las 19:30, en la parroquia de Santa María Magdalena de Plentzia. El 3 de febrero, recibían la ordenación diaconal Mario Fernando Díaz Bravo y Gorka Campos Sáez de la Fuente, en la basílica de Begoña, a las 12:00 y el 10 de febrero, Juan Reyero Pontes, en la basílica de Santa María de Durango, a las 12:00. La Diócesis de Bilbao celebra la ordenación diaconal de Juan Reyero.
Ordenación Diaconal
El equipo formativo del Seminario Diocesano de Bilbao está formado por Ignacio Fernández Méndez, rector; Miguel Vera Artacoz, director de estudios y Manu de las Fuentes, director espiritual.
Los cuatro seminaristas se encuentran en la tercera y última fase de su formación en el Seminario Diocesano. Este curso Marco Antonio Muñoz, realiza su tarea pastoral en Uribe Kosta; Mario Díaz, en la Unidad Pastoral, UP, San Fausto, Basauri; Gorka Campos, en la UP Artagan y Juan Reyero, en la UP Tabira.
Ignacio comenta que «por fin, después del tiempo en el seminario llega un momento grande. momento de fiesta momento de alegría para toda la diócesis de Bizkaia ya que tenemos aquí las ordenaciones diaconales. El Seminario es un tiempo, un lugar donde los seminaristas se van configurando y formándose con los estudios. Y llega al momento porque la ordenación diaconal es el paso previo a la ordenación presbiteral que Dios mediante será también este año, no sabemos si será en julio o será en septiembre».
Ordenación diaconal de Juan Reyero
El 10 de febrero recibía la ordenación diaconal Juan Reyero en la basílica de Santa María de Durango, a las 12:00.
Ignacio comenta que «ya se han celebrados las cuatro ordenaciones diaconales y ahora poco a poco tendrán que ir adaptándose a la nueva situación. Estamos muy contentos con las celebraciones, mucha gente que vino a rezar con nosotros, a estar con nosotros, a arropar tanto al seminario como a los seminaristas. Ha sido un gran regalo del Señor que ha hecho a esta diócesis de Bilbao».
Juan afirma que «estoy en un nuevo momento de mi vida que algunas veces me cuesta creerlo pero es un regalo. La celebración fue para mí un momento que viví con la comunidad, con mi familia, con la iglesia de Bizkaia y prepararla fue para mí todo un regalo. La vida sigue y tampoco ha cambiado mucho. Sigo yendo al euskaltegi, sigo trabajando en la parroquia, con Bizian Gora, con las mujeres de liturgia, en la catequesis con los niños y colaborando también con la comunidad senegalesa. Es más un cambio interno, un cambio de espíritu más que físico».
«Si tuviera que resumir todo en una frase sería… en la sencillez del servicio encontramos la grandeza del amor. Es una frase que yo creo que resumiría mi recorrido no solamente en el Seminario de Bilbao sino también en otras fases de mi vida en las que he tenido que tomar las decisiones de este discernimiento».
«Llegué aquí de Madrid después de la pandemia en la expectativa y fue un momento muy bonito desde el primer momento en que llegué. Siempre es difícil comenzar una nueva vida, dejar atrás familia, trabajo, compañeros. Pero al final como también me dijo mi padre el día de la ordenación has dejado una familia y ya has encontrado 50».
«Un cura de la zona de Gernikaldea me sugirió que viniera a visitarle, habíamos compartido muchos años en la Universidad de San Dámaso en Madrid y con ninguna expectativa y con ninguna visión de futuro más que la que estaba haciendo que era trabajar vine en el puente de un carnaval y nunca mejor dicho se me cayó la máscara, me quedé sin disfraz. El Señor me volvió a hacer esa pregunta de… ¿quieres seguirme, quieres venir conmigo? Al final el Señor me dio valentía para seguir adelante con este proceso y todos los caminos, las puertas se abrieron. Llegué a Bilbao y después inicié todo el proceso de formación en el Seminario diocesano».
«Ahora estoy viviendo con dos curas de la diócesis, con Imanol y con Alex, en la casa cural de Durango. Nuestro ministerio, trabajo pastoral se desarrolla en toda la amplitud del Duranguesado».
Ignacio señala que «por suerte no está solo en la Unidad Pastoral de Tabira Durango, hay un gran grupo de laicos y laicas que ayudan y colaboran. Entre todos estamos intentando llevar esta misión de anunciar el Evangelio».
«Ha sido muy bonito la celebración de las cuatro ordenaciones diaconales y será muy bonito también cuando sean las ordenaciones presbiterales. El seminario continúa. Tenemos a Patxo, a Gaizka y a tres jóvenes que tienen 18 19 años que están pensando seriamente hacer este proceso. El llamamiento sigue siendo a aquellos jóvenes que estén pensando oye y yo por qué no. Estar atentos a esta llamada que el Señor sigue haciendo», concluye Ignacio.
«En este recuerdo a Juan María Uriarte me salen unas palabras que él me dijo en un momento en el que estuve hablando con él. Y como cualquier persona en los momentos importantes de su vida que tiene cuestionamientos, dudas, Juan Mari me invitaba a confiar en la gente que te rodea, confiar en el Señor. No a no tener miedo porque el miedo es una realidad humana que todos tenemos que vivir pero ese miedo se puede reducir si verdaderamente confías. Se puede confiar, que no no tengáis miedo». concluye Juan.
Juan María Uriarte
La basílica de Begoña acogía el lunes 19 de febrero el funeral por el obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, presidido por Mons. Joseba Segura, Obispo de Bilbao. El templo se llenaba por completo de personas que querían dar su último adiós a quien fuera obispo auxiliar de nuestra Diócesis, entre los años 1976 y 1991.
Ignacio recuerda que «fue un día muy importante, muy emotivo, mucha gente vino a rezar también por Juan María por tantas cosas que nos ha dejado. Se han visto las muestras de cariño de tanta gente que le ha querido. Era un hombre de Dios. He tenido la suerte de compartir oración, de compartir retiros y ejercicios espirituales con él en el Seminario Diocesano. La identidad sacerdotal era algo que ha cuidado mucho, ha escrito mucho y le debemos mucho».
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